Año 2022 | Volumen 3 | No. 1 | Artículo 8 |
Por: Alfredo Covarrubias Gómez
DEPARTAMENTO DE MEDICINA DEL DOLOR Y PALIATIVA DEL INCMNSZ
Méd. Cir. Esp. Anest. Postgrad. en Méd del Dolor, Méd. Paliat. & Intervencionismo en Méd. del Dolor y Paliat.
Lic. Nut.
Inst. Físico Gpal.
INTRODUCCIÓN
La siguiente actividad aborda los requerimientos nutricionales en la etapa adulta. Para ello, se nos solicita elaborar un resumen sobre dichos requerimientos (tanto macro- como micro-nutrientes). Aunado a ello, se nos solicita la elaboración de una tabla que separe por género a las principales enfermedades que se presentan en México en la etapa adulta. Atendiendo a estas indicaciones considero que es necesario entender a la población perteneciente a este ciclo vital.
Tomemos en consideración la definición de la palabra adulto. De acuerdo con el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española se trata de un adjetivo, que cuando se aplica a un ser vivo, alude la llegada a la plenitud de crecimiento o desarrollo (Real Academia de la Lengua Española, 2020). Atendiendo a la conceptualización sajona, la palabra adulto se refiere a una persona o animal que ha crecido hasta alcanzar su tamaño y fuerza completos (Cambridge University Press, 2021).
En este sentido, el rango de edad mínimo para considerar que una persona es adulta es de 18 a 20 años y el rango de edad máximo es de 60 a 65 años (Kaufer-Horwitz, Prerez-Lizaur, & Arroyo, 2015) (Hernandez-Rodriguez & Sastre-Gallego, 1999). De acuerdo con la Organización Mundial de las Naciones Unidad (UN), la Organización Mundial de la Salud (WHO) y la Organización Mundial de Alimentación y Agricultura (FAO); la edad adulta, puede dividirse en dos periodos: de los 18 a los 29 años y de los 30 a los 59 años. Esto se relaciona con las estrategias enfocadas a la prevención de enfermedades crónico-degenerativas (Kaufer-Horwitz, Prerez-Lizaur, & Arroyo, 2015). Los mayores al rango máximo son considerados “adultos mayores” y existen diversas formas de clasificarlos (Covarrubias-Gomez, Alvarado-Perez, Templos-Esteban, & Lopez-Collada, 2021).
Ahora bien; la importancia de abordar a la población adulta radica en que durante el 2020, nuestro país identificó un total de 126,014,024 millones de habitantes, con una mediana de edad de 29 años y cerca del 25% de la población se distribuye de los 20 a los 59 años (Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, 2021).
La otra cara de la moneda al respecto de la importancia de la nutrición en la población adulta radica en el hecho de que 7 de cada 10 personas de ese grupo presenta sobrepeso u obesidad. Reforzando la elevada prevalencia ya documentada de enfermedades que conforman al síndrome metabólico como diabetes mellitus, dislipidemias e hipertensión (Secretaría de Salud, 2019) (Secretaría de Salud, 2016).
DESARROLLO
Recomendaciones nutrimentales y dietéticas para población adulta.
Sobre este punto hago una pausa para documentar que de acuerdo con la Real Academia de la Lengua Española la palabra nutrimental alude a la acción y efecto de nutrir (Real Academia de la Lengua Española, 2020). Mientras que la dietética es la ciencia y arte de regular la planeación, preparación y servicio de comidas para personas o grupos con estados diversos de salud y enfermedad de acuerdo con los principios de nutrición y manejo, con la debida consideración de los factores económicos, sociales, culturales y psicológicos (Lagua & Claudio, 2007).
Sobre dicha serie de recomendaciones entonces tomaré como marco de referencia algunas de las disposiciones generales y específicas de la Norma Oficial Mexicana 043 (sobre la promoción y educación para la salud en materia alimentaria). En dicho documento se hacen diversas consideraciones que de forma resumida sugieren lo siguiente (Diario Oficial de la Federación, 2013):
- Favorecer el consumo de verduras y frutas de preferencia crudas (a libre demanda), propias de la región y de la estación. Este grupo de alimentos son fuente de carotenos, de vitaminas A y C, de ácido fólico y de fibra dietética y dan color y textura a los platillos, así como de otras vitaminas y nutrimentos inorgánicos.
- Se recomienda el consumo de cereales, de preferencia integrales o sus derivados y tubérculos. Lo anterior, debido a su aporte de fibra dietética y energía.
- Si bien el consumo de frijoles es importante en el país, se recomienda adicionar a la dieta otras leguminosas como lentejas, habas, garbanzos y arvejas. Esto derivado de su contenido de fibra y proteínas.
- Se sugiere el consumo de carne blanca (pescado y aves asadas) por su bajo contenido de grasa saturada y de preferencia consumir el pollo sin piel.
- Se recomienda la moderación en el consumo de alimentos de origen animal, por su alto contenido de colesterol y grasas saturadas.
- Es importante destacar la combinación y variación de los alimentos.
- En cada tiempo de comida se deben incluir alimentos de los tres grupos señalando que deben producir un efecto sinérgico entre sus nutrimentos con la finalidad de aumentar su rendimiento o su biodisponibilidad.
- Es conveniente combinar cereales con leguminosas.
- Se sugiere la combinación de alimentos fuente de vitamina C con alimentos que contengan hierro.
- En indispensable lavar y desinfectar verduras y frutas, hervir o clorar el agua, hervir la leche bronca, lavar y cocinar los alimentos de origen animal, y aquellos que por sus características de manipulación presenten potenciales fuentes de contaminación y con la finalidad de asegurar su inocuidad, así como la higiene en el entorno de la vivienda, los riesgos de la presencia de animales en los sitios de preparación de alimentos, la higiene personal, la limpieza de utensilios y el almacenamiento de los alimentos.
- Es conveniente señalar que tanto las deficiencias como los excesos en la alimentación; predisponen al desarrollo de desnutrición, caries, anemia, deficiencias de micronutrimentos, obesidad, ateroesclerosis, diabetes mellitus, cáncer, osteoporosis e hipertensión arterial, entre otros padecimientos.
- Las mujeres en edad reproductiva están en riesgo de padecer anemia por lo que pueden requerir suplementación con hierro, bajo estricta vigilancia médica.
- Es importante limitar al mínimo posible la ingestión de alimentos con alto contenido de azúcares refinados, colesterol, ácidos grasos saturados, ácidos grasos trans-, sal y recomendar la utilización preferente de aceites vegetales.
- Es recomendable favorecer el consumo de alimentos que sean fuentes de calcio, como tortilla de nixtamal, lácteos, charales y sardinas.
- Es conveniente limitar el consumo de alimentos ahumados, que contengan nitritos y nitratos (embutidos) y de alimentos directamente preparados al carbón o leña.
Requerimientos de energía.
El gasto energético basal (GEB) o tasa metabólica basal (TMB) se refiere al gasto mínimo de energía que es compatible con la vida. Existe un sinnúmero de factores que incide en la determinación de este valor. El valor utilizado expresa una unidad energética llamada kilocaloría y asume un periodo de 24 horas. Los valores promedio utilizados para calcular el aporte de energía de los nutrimentos energéticos se conocen como “factores de Atwater“ (Asencio-Peralta, 2011).
Para la determinación del gasto energético se utilizan diversos métodos entre los cuales se encuentran la calorimetría indirecta, el agua doblemente marcada, y fórmulas diseñadas para estimar el gasto energético en reposo (Asencio-Peralta, 2011) (Kaufer-Horwitz, Prerez-Lizaur, & Arroyo, 2015) (Hernandez-Rodriguez & Sastre-Gallego, 1999).
Existen diversas fórmulas entre las que se encuentran la de Harris-Benedict, de la FAO/OMS, la de FAO-OMS-UN simplificada, la de Kleiber, el cálculo del gasto energético basal según la excreción de creatinina urinaria en 24 horas, la de Mifflin-St. Jeor, la de Owen, la de Schofield, la de Valencia, la de Roza-Shizgal, la de Escott-Stump (con elementos de estrés fisiológico), la del Institute of Medicine, la de Ireton-Jones y Jones, la de Vinken, la de Shils, la regla del pulgar, la de Ganpulen, la de Bernstein, la de Ikeda, la de Martin, la de Huang, la de Gougeon, entre muchas otras (Asencio-Peralta, 2011) (Pallafox-Lopez & Ledesma-Solano, 2012) (Caron, Peyrot, Caderby, Verkindt, & Dalleau, 2016).

Con información de: (Caron, Peyrot, Caderby, Verkindt, & Dalleau, 2016).
Existen diversas fórmulas propuestas para el cálculo energético en población mexicana con sobrepeso, obesidad o diabetes mellitus y las cuales han sido comparadas con otras fórmulas (Quiroz-Olguín, Serralde-Zúñiga, Saldaña-Morales, Gulias-Herrero, & Guevara-Cruz, 2014) (Orozco-Ruiz, y otros, 2018). Sin embargo, en la población mexicana se ha utilizado habitualmente la fórmula de Valencia (Valencia, Moya, McNeill, & Haggarty, 1994).
Aunado a lo anterior es recomendable considerar que el metabolismo basal disminuye de 2.9% a 2.0% por década (respectivamente para hombres y mujeres con pesos normales; es decir que mantienen un lMC de 18.5 a 25.0) (Kaufer-Horwitz, Prerez-Lizaur, & Arroyo, 2015). Por ello, es importante señalar, que las diversas fórmulas que contienen a la edad como elemento de cálculo presentan posiblemente una mejor adecuación.
Es conveniente recordar que al gasto energético basal se le suma el efecto termogénico de los alimentos que por convención literaria es equivalente al 10% del GEB y el coeficiente de actividad física el cual presenta variaciones de acuerdo con la fórmula empleada y el grado de actividad (generalmente de 1 a 2) (Asencio-Peralta, 2011) (Hernandez-Rodriguez & Sastre-Gallego, 1999) (Kaufer-Horwitz, Prerez-Lizaur, & Arroyo, 2015) (Orozco-Ruiz, y otros, 2018) (Pallafox-Lopez & Ledesma-Solano, 2012).
Distribución calórica.
1. Carbohidratos
Se ha propuesto que los carbohidratos aportan entre 40% y 70% del total de la energía; siendo valores más utilizados entre 50% y 65% del valor energético total; sin embargo, entre autores existen algunas controversias respecto a la distribución porcentual de este macronutriente (Pallafox-Lopez & Ledesma-Solano, 2012) (Bourges, Casanueva, & Rosado, Recomendaciones de ingestión de nutrimentos para la población mexicana. Bases fisiológicas. II. Energía, proteínas, lípidos, hidratos de carbono y fibra, 2008). En ese sentido se ha propuesto que los polisacáridos corresponden de 40% al 50% del aporte de carbohidratos y el 10% corresponde a azúcares simples o refinados (Martínez-Ramos, y otros, 2014).
2. Proteínas
Con respecto al aporte proteico se han considerado diversos esquemas para población mexicana, en ellos se ha sugerido que este grupo proporciona idealmente un aporte de 1 a 2 gramos por kilo ajustado al día (Pallafox-Lopez & Ledesma-Solano, 2012).
Algunos autores han propuesto una división respecto a la edad u consideran que en población mexicana el aporte es de 0.83 g/kg/día para adultos de 20 a 61 años y de 1 g/kg/día para adultos de 61 años o mayores (Kaufer-Horwitz, Prerez-Lizaur, & Arroyo, 2015) (Bourges, Casanueva, & Rosado, Recomendaciones de ingestión de nutrimentos para la población mexicana. Bases fisiológicas. II. Energía, proteínas, lípidos, hidratos de carbono y fibra, 2008).
Con respecto al porcentaje dieto-sintético, se ha descrito que para este grupo de macronutrientes puede mantenerse una proporción de 12 a 15% (Pallafox-Lopez & Ledesma-Solano, 2012) (Bourges, Casanueva, & Rosado, Recomendaciones de ingestión de nutrimentos para la población mexicana. Bases fisiológicas. II. Energía, proteínas, lípidos, hidratos de carbono y fibra, 2008). Sin embargo, algunos autores proponen que el porcentaje de proteínas debe oscilar entre el 10% y el 15% del valor energético total (Asencio-Peralta, 2011).
3. Lípidos
Los lípidos constituyen una fuente energética de importancia. Consecuentemente se ha propuesto que su distribución porcentual oscile entre el 30% y el 35% de la energía total consumida. Sobre los tipos específicos de lípidos se recomienda menos de un 10% de grasas saturadas, de un 10% a un 15% de grasa monoinsaturadas y de un 8% a un 10% de grasas poliinsaturadas. El ácido linoleico y el linolénico son lípidos esenciales y deben de encontrarse en cantidades del 2% al 6% (Martínez-Ramos, y otros, 2014).
Para otros autores la distribución de este macronutrimento debe representar del 25% al 30% del valor energético total (Bourges, Casanueva, & Rosado, Recomendaciones de ingestión de nutrimentos para la población mexicana. Bases fisiológicas. II. Energía, proteínas, lípidos, hidratos de carbono y fibra, 2008) (Pallafox-Lopez & Ledesma-Solano, 2012).
Para detallar las propuestas con respecto al aporte expongo la siguiente tabla:
Elemento | Porción |
Lípidos | 25 a 35% (depende del autor) |
Ácidos grasos saturados | < 7% (algunos dicen que hasta el 10%) |
Ácidos grasos monoinsaturados | Por diferencia (algunos dicen que del 10% al 15%) |
Ácidos grasos poliinsaturados | 6 a 10% (algunos dicen que del 8% al 10%) |
n-6 | 5 a 8% |
n-3 | 1 a 2% |
Tabla realizada con información de: (Pallafox-Lopez & Ledesma-Solano, 2012) (Bourges, Casanueva, & Rosado, Recomendaciones de ingestión de nutrimentos para la población mexicana. Bases fisiológicas. II. Energía, proteínas, lípidos, hidratos de carbono y fibra, 2008) (Martínez-Ramos, y otros, 2014).
CONCLUSIONES
- Conocer las normas oficiales mexicanas y guías de manejo nacionales para promover una adecuada orientación alimentaria en la población adulta es importante para el estudiante de nutrición y los nutriólogos ya formados. Estos elementos proporcionan lineamientos de utilidad que son totalmente aplicables en la práctica clínica.
- Si bien es cierto que existen controversias respecto a la distribución porcentual de los macronutrientes de deben considerar los valores promedio 55% a 60% de hidratos de carbono, del 25% al 30% de lípidos y del 10% al 15% para las proteínas.
- Vale la pena considerar que en presencia de enfermedades las distribuciones porcentuales y el aporte energético pueden ser modificados.
- Los aportes de micronutrientes en población adulta depende del grupo de edad al que corresponda el sujeto de estudio.
Bibliografía
Lagua, R. T., & Claudio, V. S. (2007). Diccionario de nutrición y dietoterapia (Quinta edición ed.). Ciudad de México, México: McGraw-Hill.
Cambridge University Press. (2021). Cambridge Dictionary. (Cambridge University Press) Recuperado el 6 de Febrero de 2021, de Cambridge Dictionary: https://dictionary.cambridge.org/us/
Caron, N., Peyrot, N., Caderby, T., Verkindt, C., & Dalleau, G. (2016). Energy Expenditure in People with Diabetes Mellitus: A Review. Frontiers in nutrition, 3(56), pp.
Covarrubias-Gomez, A., Alvarado-Perez, J., Templos-Esteban, L. M., & Lopez-Collada, E. M. (2021). Consideraciones analgésicas sobre el manejo del dolor agudo en el adulto mayor. Revista Mexicana de Anestesiología, 44(1), 43-50.
Asencio-Peralta, C. (2011). Elementos fundamentales en el cálculo de dietas. Ciudad de México, Mexico: Manual Moderno.
Bourges, H., Casanueva, E., & Rosado, J. L. (2005). Recomendaciones de ingestión de nutrimentos para la población mexicana. Bases fisiológicas. I. (H. Bourges, E. Casanueva, & J. L. Rosado, Edits.) Ciudad de Méxicxo, Méxicxo: Médica Panamericana.
Bourges, H., Casanueva, E., & Rosado, J. L. (2008). Recomendaciones de ingestión de nutrimentos para la población mexicana. Bases fisiológicas. II. Energía, proteínas, lípidos, hidratos de carbono y fibra. (H. Bourges, E. Casanueva, & J. L. Rosado, Edits.) Ciudad de México, México: Médica Panamericana.
Diario Oficial de la Federación. (22 de Enero de 2013). Norma Oficial Mexicana [NOM-043-SSA2-2012], servicios básicos de salud enfocada a la promoción y educación para la salud en materia alimentaria: Criterios para brindar orientación. . Recuperado el 3 de Febrero de 2019, de Secretaría de Gobernación: http://dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5285372&fecha=22/01/2013
Gobierno de México. (s. f.). Dirección General de Epidemiología. Recuperado el 24 de Febrero de 2021, de Anuario de Morbilidad 1984 -2019: https://epidemiologia.salud.gob.mx/anuario/html/anuarios.html
Hernandez-Rodriguez, M., & Sastre-Gallego, A. (1999). Tratado de Nutrición. Madrid, España: Diaz-Santos.
Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática. (2021). INEGI. Recuperado el 6 de Febrero de 2021, de Población: https://www.inegi.org.mx
Kaufer-Horwitz, M., Prerez-Lizaur, A. B., & Arroyo, P. (2015). Nutricion Médica (Cuarta ed.). Ciudad de México, Ciudad de México, México: Editorial Médica Panamericana.
Martínez-Ramos, E. B., García-Águila, C. A., Castro-Juárez, J. C., Coronel-García, R., Duque-Bautista, H., Ordaz-Zurita, F., & Ramírez-García, F. A. (2014). Recomendaciones nutricionales durante la etapa adulta para hombres y mujeres en edad reproductiva. Revista Médica MD, 6(1), 42-49.
Orozco-Ruiz, X., Pichardo-Ontiveros, E., Tovar, A. R., Torres, N., Medina-Vera, I., Prinelli, F., . . . Guevara-Cruz, M. (2018). Development and validation of new predictive equation for resting energy expenditure in adults with overweight and obesity. Clinical nutrition (Edinburgh, Scotland), 37(6 Pt A), 2198–2205.
Pallafox-Lopez, M. E., & Ledesma-Solano, J. A. (2012). Manual de fórmulas y tablas para la intervención nutriológica. Ciudad de México, México: McGraw-Hill.
Quiroz-Olguín, G., Serralde-Zúñiga, A. E., Saldaña-Morales, M. V., Gulias-Herrero, A., & Guevara-Cruz, M. (2014). Validating an energy expenditure prediction equation in overweight and obese Mexican patients. Nutricion hospitalaria, 30(4), 749-755.
Real Academia de la Lengua Española. (2020). Dicccionario de la Real Academia de la Lengua Española. Recuperado el 24 de Abril de 2019, de Real Academia de la Lengua Española: https://dle.rae.es
Secretaría de Salud. (2016). Encuesta Nacional de Salud y Nutrición de Medio Camino. Ciudad de México, México: Secretaría de Salud.
Secretaría de Salud. (Diciembre de 2019). Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) 2018. (SSA, INSP, INEGI) Recuperado el 10 de Frebrero de 2020, de Encuesta Nacional de Salud: https://ensanut.insp.mx/encuestas/ensanut2018/informes.php
Soto-Estrada, G., Moreno-Altamirano, L., & Pahua Díaz, D. (2016). Panorama epidemiológico de México, principales causas de morbilidad y mortalidad. Revista de la Facultad de Medicina (México), 59(6), 8-22.
Valencia, M. E., Moya, S. Y., McNeill, G., & Haggarty, P. (1994). European journal of clinical nutrition. Basal metabolic rate and body fatness of adult men in northern Mexico, 48(3), 205-211.